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Un comentario
Me diste una gran oportunidad dándome cabida en tu equipo sanitario cuando comenzaba el desarrollo de mi carrera profesional.
Nunca lo olvidaré. Compartimos muy agradables momentos cuando te interesabas por la Tauromaquia y yo, humildemente, te hacía partícipe de mis modestos conocimientos.
Fuiste un jefe excepcional, aunque algo gruñón, en determinados momentos, cuando nos reuníamos en la sala de reposo del Servicio Médico de Hermosilla y nos asaetabas (con cariño) con preguntas relacionadas con la medicina. A quienes me presentabas, les decías que yo era un ¨personaje¨especial, autodidacta, que te había sorprendido.
Gracias, maestro. Descansa en paz donde quiera que te encuentres, que a buen seguro será un lugar que te ha reservado quien conoce a la buena gente. Un fuerte abrazo a toda tu familia. José Mesa Alarcón